La historia rima – Últimas Noticias

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El emperador romano Calígula (37-41 dC) gobernó practicando una cotidiana humillación pública del Senado. Al igual que Trump, sintió poco respeto por las instituciones y nombró cónsul a un caballo. Dilapidó fortunas en espectáculos, fue caprichoso, despótico y arbitrariamente violento. Quería ser tratado como un dios.

Entre los césares de Roma decadentes fue norma la megalomanía y la crueldad. De Nerón (54-68 dC) se dice que incendió Roma para culpar a los cristianos. En medio de una crisis se construyó un palacio colosal (la Domus Aurea) y ordenó exterminar rivales y familia, incluida su madre.

Hay otro, Cómodo (180-192 dC), quien se creyó Hércules y prefirió los espectáculos de gladiadores antes que el gobierno. Gobernó mediante el miedo y el favoritismo sin respeto por la tradición imperial.

La decadencia de Roma fue subrayada y acelerada por los excesos de emperadores. Conductas como las de Calígula, Nerón o Cómodo forman un catálogo de abusos de poder, crueldad y desconexión con la realidad que permiten comparar el ejercicio del poder imperial en cualquier época, incluida la contemporánea, con figuras como Donald Trump.

Al comparar estas conductas con las de Trump, sin equiparaciones simplistas entre contextos históricos tan distintos, se notan patrones de comportamiento que transcienden épocas, como narcisismo, culto a la personalidad, necesidad permanente de adulación y baja tolerancia a la crítica.

Calígula y Nerón menospreciaban al Senado y evadían procedimientos legales. Trump muestra también menosprecio por las normas y ataca a las instituciones cuando no se alinean a su discurso, incluyendo al FBI, al sistema judicial y al Congreso.

Así como los emperadores controlaban la narrativa a través de monedas y crónicas, Trump domina el ciclo noticioso con afirmaciones falsas y exageradas (“fake news”), para crear una percepción de la realidad que favorezca su crueldad y despropósito.

Si a Calígula se le puede recordar por decisiones impulsivas, emocionales y caprichosas, su eco lo podemos apreciar en la impredecible política exterior de Donald Trump, gestionada a través de tuits y cambios bruscos.

La historia no se repite, pero a veces rima. Las realidades son muy diferentes. Los emperadores ostentan poder absoluto, de vida y muerte. Se supone que Trump no lo tiene, que opera en un sistema republicano con pesos y contrapesos. Así que no es igual, la violenta crueldad es peor.

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