Desánimo cívico

EL PAÍS

Lo peor del caso Koldo/Ábalos es lo que suma a nuestro ya insufrible malestar político. Como si no tuviéramos suficiente con todo el ruido generado por la amnistía y sus derivadas, o la inescapable resonancia de los conflictos internacionales. Al diapasón de la política nacional se agrega el de esta nueva situación planetaria. Lo peor de todo, sin embargo, es que este nuevo caso de venalidad política nos retrotrae a tiempos que pensábamos que estaban periclitados. Como si de un enfermo de Alzhéimer se tratase, la sociedad actual tiene poca memoria inmediata. Nunca han dejado de producirse estas quiebras de la ética pública, y menos aún cuando la pandemia ofreció excepcionales condiciones objetivas para que los pillos hicieran de las suyas. La persecución del olvido como terapia frente al sufrimiento provocado por la pandemia nunca podrá enmendar lo acontecido en las residencias o la conducta de los aprovechateguis de turno.

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