Cierre de Gobierno dejaría sin ayuda alimentaria a 42 millones de estadounidenses

Cierre de Gobierno dejaría sin ayuda alimentaria a 42 millones de estadounidenses

Mientras el cierre parcial del Gobierno de Estados Unidos se prolonga por quinta semana consecutiva, más de 42 millones de personas —incluidos 16 millones de niños— podrían perder el acceso a alimentos básicos. La amenaza no es solo humanitaria: revela una política de prioridades que refuerza los intereses de las élites económicas mientras desatiende a los sectores más vulnerables.

El Programa de Asistencia de Nutrición Suplementaria (SNAP), que garantiza alimentos a millones de familias de bajos ingresos, está en riesgo de suspensión. La organización Share Our Strength advirtió que, si no se emiten los beneficios correspondientes a noviembre, se producirá “un lapso sin precedentes en la ayuda alimentaria”. “Estamos al borde de un precipicio de hambre como nunca antes”, alertó su directora Anne Filipic.

El Departamento de Agricultura (USDA) confirmó que, de mantenerse el cierre gubernamental iniciado el 1 de octubre, los beneficios de SNAP serán interrumpidos. Esto ocurre en un contexto de inflación alimentaria que golpea con mayor fuerza a los hogares pobres.

Filipic recordó que existe un fondo de contingencia de entre 5.000 y 6.000 millones de dólares, creado precisamente para emergencias como esta. “El USDA debe actuar de inmediato para liberar esos fondos y transferirlos a SNAP”, exigió. De no hacerlo, el impacto será devastador: hambre masiva, economías locales paralizadas y caos en los comercios y agencias estatales que operan con SNAP.

Prioridades invertidas: el hambre no es urgente para Washington

La crisis alimentaria se desarrolla mientras el Gobierno mantiene intactos los beneficios fiscales y financieros para grandes corporaciones y sectores privilegiados. En lugar de atender la emergencia social, los legisladores continúan negociando partidas que refuerzan el sistema económico de las minorías más ricas. La parálisis del Congreso no ha afectado los subsidios a bancos ni los incentivos a empresas tecnológicas, pero sí amenaza la comida de millones de niños.

Por ello, Filipic hizo un llamado urgente a los políticos para reabrir el Gobierno. “Los niños no pueden esperar un día más”, dijo. Pero en un sistema donde el hambre no genera urgencia y los fondos de emergencia permanecen congelados, la pregunta que emerge es clara: ¿a quién sirve realmente el poder en Washington?

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