Hay diversos entornos, extendidos en su sentido elíptico en círculos concéntricos unos en otros, y la espiral es también multidireccional. Asistimos al derrumbe del mundo unipolar del hegemón imperial y vemos cómo la multipolaridad se hace mientras el otro se deconstruye, a lo interno y en tanto que no puede sostenerse con presencia y pertinencia. En este laberinto, países emergentes, de súbito, asumen mandos, otrora devenidos en dominio del sistema iluminati sionista de Wall Street, ahora con el nuevo mundo ciberespacial de la era atómica, entronizado en Silicon Valley. Mientras tanto, los dolores de tal parto se tratan de sublimar a fuerza de droga. Antes los opaceos, ahora el fentalino; acusada China ahora de traficarlo en el Caribe y desde hace tiempo en el Pacífico. Como unos demonios andan sus monstruosas naves destrozando pequeñas embarcaciones de pescadores, en falsos positivos. Por eso no hay detenciones.
Hay muertos, víctimas de los misiles de los tiburones atómicos artillados que se pasean por nuestro Mare Nostrum. Por último, eran venezolanas, luego colombianas, luego trinitarias. Sin embargo, el presidente Trump, auspiciado por Marco Rubio, presume que ya hicieron suficiente por mar y hay que venir por tierra. Más la suspicacia de los nuestros, en mágico sentido, les prepara el terreno, de tal manera que nadie sabe ni sabrá de lo que se trata. Sorpresas te da la vida. Lo encontrarán como un oasis en forma de espejismo. Por allí podrán avanzar seguramente. Aún nadie sabe si saldrán, o se quedarán sembrados aquí per secula seculorum. Los Niños Cantores de Villa de Cura cantarán en la Navidad.
“Nosotros vivimos bajo ‘e la matica, verano con ella y ella verdecita”. Si continuamos, el peligro será notable. Tanto. Que hasta un avión ruso de última generación trae intenciones desconocidas para el común de los mortales, y en su panza un albur. Y nosotros correteamos la sabana mientras dicen las lenguas que siempre se sueltan que es del grupo Wagner. Con mucha fama en la guerra. La intensidad nos roza hasta dejarnos la punta de la nariz estremecida por olores salvajes. No se sabe de qué se trata. Aunque amenazados por el petróleo y otras riquezas hasta nuestro ser. Así o más intenso y peligroso lo que se avecina.
