Para el siglo XV se había conformado la más extensa unidad de pueblos del sur: el Tahuantinsuyo. El proceso de unidad de Abya Yala fue truncado por la invasión y ocupación española destructora de la gran civilización inca.
La historia que allí comienza es la del genocidio continuado más cruel que se ha producido en la historia. Recordarlo es romper con una memoria criminal y cómplice que ha justificado todos los genocidios, incluido el de Gaza que hoy nos atormenta el alma.
El holocausto indígena fue denunciado por Montesinos, Las Casas y Domingo de Santo Tomás, obispo de la Plata, quien el 1° de julio de 1550 clamaba: “Ha cuatro años que, para acabarse de perder esta tierra, se descubrió una boca del infierno por la cual entra cada año grande cantidad de gente, que la codicia de los españoles sacrifica a su dios, y es una mina de plata que se llama Potosí”.
300 años de resistencia y rebelión contra la ocupación colonial genocida han sido los factores conformantes de la unidad latinoamericana y caribeña. La lucha contra el colonialismo en Nuestra América no se basa en ideas importadas de Europa, se fundamenta en las ideas de libertad e igualdad nacidas del sufrimiento de pueblos sometidos a esclavización, servilismo y colonialismo. Esas ideas han ido formando la unidad insurgente del pueblo, para desmontar la disgregación orquestada por un imperio depredador. Desde la rebelión de Tupác Katari hasta la de José Leonardo Chirino expresan una continuidad histórica continental por reasumir un curso histórico propio.
Ese es el ideal unitario de Miranda, Sucre y Bolívar. Es el que llevó al ejército de Colombia la Grande a liberar y proteger a las provincias del Alto Perú, para que decidieran soberanamente, el 6 de agosto de 1825, declarar su independencia y honrar a Bolívar dándole su nombre a la naciente República. Inmensidad de un premio del que Bolívar siente no poder expresar ni débilmente sus sentimientos de agradecimiento, apenas se pregunta: ¿qué significa Bolivia? Y responde: un amor desenfrenado de libertad.
Ese camino de unidad bloqueado por los imperios en los siglos XIX y XX es retomado por la teoría y práctica revolucionaria bolivariana recreada por el comandante Chávez, desde la conformación de la Alba hasta la Celac; es la diplomacia de unidad, paz y respeto a la autodeterminación de los pueblos que mantiene con voluntad de diamante el presidente Nicolás Maduro.