Fue catalogado como el desastre industrial más grande ocurrido en Venezuela, cuando explotó el tanque número 8 de la Central Eléctrica de Tacoa, en el estado La Guaira, que se llevó las vidas de más de un centenar de personas, entre bomberos, periodistas y vecinos; destruyó un pueblo y dejó una huella en los habitantes de la población de Arrecife en el oeste del Litoral guaireño.
Aunque desde hace 42 años, cuando ocurrió la tragedia, mucho se ha escrito al respecto, hasta ahora se conoce el informe técnico de lo que realmente, desde el punto de vista físico ocurrió, explicado por Ewan Stewart, ingeniero de procesos en la empresa Kent Plc, donde colabora en la importante modernización de una refinería.
42 años de debate.
El informe de Stewart, hecho hace tres años, fue dado a conocer ahora por su colega Eric Omaña, quien indica que “el plan del camarada Stewart era ir más allá de que hubo un boil-over que conmocionó las normativas de la Asociación Nacional de Protección contra Incendios (NFPA en sus siglas en inglés) y del Instituto Americano del Petróleo (API en sus siglas en inglés), generándose modificaciones para los casos de fuel oil”.
Steward señala en su informe que durante casi 40 años no fue posible conocer los detalles del incidente y en el 2020 cuando se cumplían 40 años del sucesos decidió investigar más profundamente, con ayuda de archivos desbloqueados y varios expertos que le indicaron fuentes confiables. Stewart señala que “frustrantemente, he aprendido que muchos aspectos de Tacoa, hasta el día de hoy, siguen siendo objeto de debate.
Las investigaciones que se llevaron a cabo en nombre de la autoridad venezolana, nunca se hicieron públicas”, afirma.
Ubicación.
Refiere Stewart que parte del entonces Complejo Generador Ricardo Zuloaga, se encuentra situado en el pueblo de Tacoa, hoy Complejo Generador Josefa Joaquina Sánchez Bastidas, y fue construida en terrenos ganados al mar en Arrecife en 1956 y ésto se complementó con la expansión de Tacoa a finales de la década de 1970. “El complejo en general abasteció con 1.700 MW de potencia a la zona metropolitana de Caracas”, acota.
Señala que se reconoce “por las tres gigantescas chimeneas rojas y blancas de la planta de expansión, que se elevan muy por encima de la instalación, que se intercala entre el azul del Mar Caribe y verdes colinas tropicales”. Indica que los tanques 8 y 9 estaban en lo alto de la ladera, único sitio donde podían instalarse. “Esta topografía jugaría un papel en la tragedia que se avecinaba”.
Quema del fuel oil pesado.
Revela el experto que “un misterio clave en este incidente es el comportamiento del fluido, fueloil número 6; también conocido como fueloil residual o búnker C. Éste se produce principalmente a partir del corte inferior de la columna de destilación de una refinería”. Señala que actúa similar al alquitrán, y “el fueloil número 6 no se puede bombear sin primero calentarlo”, por lo que los tanques estaban equipados con seis serpentines de vapor internos para ese propósito.
“A última hora del 18 de diciembre, los operarios del turno de noche registraron altas temperaturas anormales en la línea de alimentación desde el almacenamiento de los tanques a los quemadores de fueloil. En consecuencia, el personal aisló una bobina de vapor, dejando una sola en funcionamiento”, lo cual según señala “fue suficiente para borrar la alarma”.
Explica Stewart cómo el fueloil pesado produjo una atmósfera inflamable: “fue una combinación de mezcla y temperatura inadecuadas”. Indica que las alarmas y los disparos en la planta mostraron una cosa diferente a la que estaba en los tanques en el momento del incidente. Señala que el punto de inflamación del fueloil es de 71°C pero se activaron las alarmas porque llegó a marcar 80 °C, y con la alimentación de la caldera daba hasta 88 °C. “Los componentes más ligeros del fueloil mezclados hervían dentro del tanque”, apunta.
Los hechos.
Tres de los obreros subieron en la mañana a comprobar el nivel del tanque Nº 8, debido a la llegada de un buque petrolero. Refirió que dos de los obreros subieron al tanque y cuando abrieron la escotilla de aforar, “el vapor del hidrocarburo caliente intercalado con el aire creó una mezcla explosiva. El origen de la subsiguiente ignición es muy discutida y probablemente nunca se conocerá”
El experto supone que los operarios intentaron iluminar el tubo de inmersión para leer, y lo que siguió fue una explosión masiva que arrancó el techo del tanque, causando la muerte de los dos hombres. El tercero escapó. Llegó la seguridad de la sala de control, “y un gigantesco penacho negro se cernía sobre la instalación de las llamas amenazantes en lo alto de la ladera”.
Una gran lección.
Señala que la Electricidad de Caracas no tenía planes de contingencia para un incendio en sus tanques de almacenamiento de fueloil. La empresa carecía de un cuerpo de bomberos y su personal no tenía capacitación o instrucción. Los tres tanques de almacenamiento de agua, ubicados más arriba de la ladera no tenían reserva de agua y el tanque de espuma estaba vacío. La respuesta de emergencia se retrasó más de 20 minutos. “Solo dos de tres unidades de agua estaban operativas. Como resultado, no hubo suficiente presión para cualquier hidrante o línea de enfriamiento para llegar al tanque Nº 8”.
Stewart refiere en su informe que para lo sucedido después nadie estaba preparado; ni el Instituto Americano del Petróleo (API) ni la NFPA tenía antecedentes porque ese fueloil Nº 6, un producto refinado, no estaba sujeto a ebullición. Seis horas después del brote inicial, la ola de calor había llegado al talón de agua del tanque, a una temperatura entre 150 y 315 grados centígrados.
El agua se habría convertido en vapor, expandiéndose hasta 2000 veces, expulsando el contenido del tanque haciendo una erupción volcánica. “Los que estaban en el suelo observaron cómo se elevaba una gigantesca bola de fuego del tanque hacia el cielo” y una lluvia de petróleo se derramó sobre vías, carros, casas, y llegó hasta la playa ubicada a 300 metros.
Lo demás es historia; pero este incidente dejó una gran lección a los organismo de seguridad petrolera del mundo. Según Stewart, “el legado perdurable de la tragedia de Tacoa es que la NFPA y la API actualizaron sus directrices para reconocer el potencial de ebullición en tanques de almacenamiento de fueloil. Este cambio ha influido en el diseño, la operación y la respuesta de emergencia seguro de plantas en todo el mundo”. Señala que aunque es positivo, decepciona que lo que ocurrió nunca fue revelado.
“Al no compartir libremente nuestra lecciones aprendidas, cometemos una injusticia con los afectados. Peor que eso, condenamos a otros a un destino similar”, indicó.
un trágico domingo
Ese domingo 19 de diciembre, hace 42 años, era un día de guardia pero que no sería como cualquiera en la redacción de Últimas Noticias. Llegué más temprano que de costumbre y sorprendida al ver caras tristes y mucha angustia.
El director del diario para ese entonces, Nelson Luis Martínez, estaba ya en la redacción. Había ocurrido una explosión en La Guaira y habían enviado al fotógrafo Román Rosales, la joven periodista Miriam Morillo, en el rústico del diario conducido por Domingo “El Tigre”, y nada se sabía de los compañeros.
El conductor llegó con la noticia y la angustia se apoderó de todos los compañeros. Román había fallecido en la explosión del segundo tanque y la periodista trasladada herida al hospital. Eco