El descontento ciudadano contra la administración del presidente Donald Trump se ha convertido en una ola nacional que recorre Estados Unidos de costa a costa. Este sábado, más de 2.500 marchas y manifestaciones independientes se han convocado bajo el lema «No Kings» (Sin Reyes), en defensa de los valores democráticos y en rechazo a lo que millones de estadounidenses califican como un gobierno autoritario y expansivo.
El movimiento, que surgió el pasado 14 de junio con la participación de cinco millones de personas en todo el país, vuelve a tomar fuerza en un contexto de creciente tensión social. Ciudades como Portland, Chicago, Nueva York y Los Ángeles han sido epicentro de intensas jornadas de protesta, especialmente contra las políticas migratorias y el uso excesivo de la fuerza por parte de las autoridades.
El nombre del movimiento «No Kings» alude a la percepción de que el presidente actúa como un monarca y recuerda que Estados Unidos se fundó en 1776 sobre el rechazo al poder absoluto de un soberano.


Organizadores del movimiento «No Kings» han reiterado su compromiso con la protesta pacífica, pero advierten sobre el aumento de tácticas de intimidación y criminalización por parte de las fuerzas del orden. «La protesta no es un delito. Es un derecho constitucional que no puede ser reprimido por conveniencia política», señalaron en un comunicado.
La Unión Americana de Libertades Civiles (ACLU) ha publicado una guía actualizada sobre los derechos de los manifestantes, recordando que la Primera Enmienda garantiza la libertad de expresión y reunión pacífica en espacios públicos como calles, aceras y parques. También se aclara que no se requiere permiso para protestar, siempre que no se obstruya el tráfico ni se interfiera con el funcionamiento de edificios gubernamentales.


La ACLU advierte que, aunque las autoridades pueden disolver una protesta en caso de amenaza inminente, deben seguir un protocolo claro: emitir una advertencia, ofrecer tiempo para retirarse y garantizar una ruta de salida segura. Arrestos sin cumplir estos pasos son ilegales.
Además, se recuerda que los manifestantes tienen derecho a grabar y fotografiar lo que ocurre en espacios públicos, incluyendo la actuación de la policía. Ningún agente puede confiscar ni borrar material audiovisual sin una orden judicial.
Los organizadores también alertan sobre el impacto desproporcionado que estas medidas pueden tener en comunidades vulnerables, especialmente inmigrantes, quienes enfrentan mayores riesgos ante detenciones injustificadas.
En medio de un clima de polarización política y creciente movilización social, el mensaje de «No Kings» resuena con fuerza: Estados Unidos no es una monarquía, y la ciudadanía no está dispuesta a renunciar a sus derechos fundamentales.