El Arsenal aplasta a un Atlético rácano en Champions | Fútbol | Deportes

Ladislao J. Moñino

Algo menos de una hora pudo resistir el Atlético el vendaval que siempre pretendió ser el Arsenal. La ambición de su fútbol terminó por doblegar a un equipo que se vino abajo cuando Gabriel inauguró el marcador en una jugada de estrategia. Mikel Arteta ha construido un equipo que trata de ejercer su superioridad en todo tipo de suertes y el balón parado es una de sus especialidades. El tanto dio paso a un torrente de fútbol y goles que maltrató al Atlético en el juego y en el marcador. Cuatro goles encajados y un repaso futbolístico fue lo que se llevaron en el saco Simeone y sus jugadores. La distancia entre ambos equipos, durante varios tramos del partido, fue sideral. Uno quería jugar y el otro solo contrarrestar y buscar contragolpes que apenas aparecieron. Tampoco salió ganador de las segundas jugadas ni de los balones largos. Apenas diez minutos dignos en el primer tiempo y el arranque del segundo es muy poco para andar por la casa de los grandes de Europa.

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David Raya, Jurriën Timber (Ben White, min. 82), William Saliba, Myles Lewis-Skelly, Gabriel Magalhães (Cristhian Mosquera, min. 71), Eberechi Eze (Ethan Nwaneri, min. 72), Martín Zubimendi (Christian Nørgaard, min. 72), Declan Rice, Gabriel Martinelli, Bukayo Saka y Viktor Gyökeres (Mikel Merino, min. 82)

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Jan Oblak, Robin Le Normand, Dávid Hancko, José María Giménez (Álex Baena, min. 62), Marcos Llorente, Pablo Barrios, Nico González (Matteo Ruggeri, min. 62), Koke (Conor Gallagher, min. 62), Giuliano Simeone (Antoine Griezmann, min. 71), Alexander Sørloth (Thiago Almada, min. 71) y Julián Alvarez

Goles
1-0 min. 56: Gabriel. 2-0 min. 63: Martinelli. 3-0 min. 66: Viktor Gyokeres. 4-0 min. 69: Viktor Gyokeres

Arbitro Davide Massa

Tarjetas amarillas
Giménez (min. 32), Martín Zubimendi (min. 37), Le Normand (min. 74)

El once del Cholo fue perfilado para un partido largo, con Sorloth como acompañante de Julián Alvarez y los tres jugadores de mejor pie, Baena, Griezmann y Almada, en el banquillo. Una apuesta conservadora que implicaba admitir la superioridad del Arsenal con la pelota. Fue descarada esa entrega del balón y del mando del partido. Chirrían mucho esos planteamientos pacatos en un equipo que busca crecer.

Arteta, con su mariscal Odegaard lesionado, renunció a Merino y colocó a Eze, entendiendo que necesitaría más inventiva que el tranco y el poderío físico y aéreo de Merino en las inmediaciones del área de Oblak.

No solo desde la alineación el Atlético admitía su inferioridad con la pelota, también se empeñaron sus futbolistas en regalársela al Arsenal con entregas groseras. La retahíla de concesiones obligó a cobijarse bajo las barbas de Oblak. Un disparo de Eze se endemonió tras pegar en la espuela de Giménez y la parábola cayó a plomo sobre el travesaño del meta esloveno. Un pase filtrado de Eze a Saka citó a este con Oblak, que estuvo rápido para achicar y repeler con el pecho. Saka pareció ser el extremo elegido para quebrar el amontonamiento de jugadores del Atlético en el área. Lo pasaban mal Nico González y Hancko cada vez que les encaraba. No necesitaba mucho el Arsenal para plantarse en tres cuartos de campo. Zubimendi y Rice eran meros pasadores en vertical para lanzar las andanadas. Tardó el Atlético en asentarse. Lo hizo después de que Giuliano porfiara con David Raya en una pelota que se iba fuera de banda. El saque rápido lo aprovechó Julián Alvarez con Raya volviendo a la portería para tratar de embocar a puerta vacía una rosca que se escapó por un par de palmos.

El susto frenó al Arsenal y dio paso a un Atlético con algo más de poso, sobre todo cuando Julián Alvarez se retrasaba para tratar de hacer lo que no podían ni Baena, ni Griezmann, ni Almada desde el banquillo. El argentino le daba un respiro y soluciones a Koke y Barrios, que no encontraban con quien armar juego. Las pocas veces que Llorente se aventuró a romper por su banda describían los temores del planteamiento de Simeone.

El plan le dio al técnico rojiblanco para aguantar el empate al descanso. Faltaba ver si lo remataba en el segundo. Una rosca envenenada de Julián Alvarez al poco de iniciarse la reanudación que repelió el larguero fue un espejismo y también una espoleta para el Arsenal. Desde ese momento el conjunto de Arteta fue un rodillo que apisonó al Atlético. La defensa colchonera se rajó en una falta lateral que Gabriel ganó en el primer palo colándose entre Nico González y Giménez. Menos de una hora duró la resistencia del Atlético. Uno a uno fue encajando goles en cascada que describieron a un sistema defensivo flácido y juvenil. El tanto riló al Atlético. Las entradas de Baena, Ruggeri y Gallagher no tuvieron impacto alguno en un equipo roto por el medio.

El propio Gabriel, un central, atravesó el centro del campo sin apenas oposición hasta ejercer de cartero y entregarle la pelota a Martinelli en el pico del área. La curva del brasileño superó a Oblak, que apenas alcanzó a palmearla. Fue uno de esos tantos que abren el debate sobre si el esloveno está en su mejor momento por el nivel tan alto que siempre ha mostrado. Fue Gyökeres el que terminó por culminar la tunda. Se había pasado todo el partido bregando con Giménez y Le Normand en un arduo trabajo de zapa. En el área pequeña estuvo más ávido que cualquier defensa del Atlético para remachar los dos goles que cerraron el marcador. Un castigo duro para un entrenador y un equipo que esta vez no compitieron como demandaba el partido.

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