El maravilloso agave cocui, además de una película documental, es un viaje a la esencia. Para Héctor Puche, su director, se trata de una exploración al hecho cultural y a la relación planta-humano, tierra-hombre, país-imaginarios.
Aunque ha sido presentada en diversos escenarios desde julio del año pasado, incluyendo festivales nacionales como el de cine independiente de Valencia (Venezuela), donde se alzó con el premio como mejor documental, estrena en salas comerciales a partir del próximo 3 de octubre.
Su principal cometido es dejar ver al gran público la historia, hechos y mitos que rodean el destilado, alguna vez proscrito por una visión sesgada de las autoridades del país que, al pretender impedir su producción y comercialización, ensombrecieron la fuerza identitaria de los pueblos que conforman el tejido rural del sistema semiárido centro occidental, entre los estados Lara y Falcón, principalmente las poblaciones de Siquisique y Pecaya.
Eso está casi subsanado
Para hacer justicia Puche se internó, como pudo, con recursos propios y un aporte del Centro Nacional Autónomo de Cinematografía (Cnac), un pequeño equipo de trabajo y la pasión a flor de piel, en una aventura que le llevó siete años transformar en una cinta de 71 minutos de duración, producida por Miguel Ángel Pérez.
“Alguien dijo que se trata de la perfecta combinación entre un producto comercial y de investigación, porque hay un trabajo profundo, etnográfico, ir, meternos en el territorio y entender qué estaba pasando ahí. Todo lo que se sabía era por textos” afirma Puche.
Una de las revelaciones del documental, relata, es el hallazgo de una lejana conexión entre los pobladores precolombinos originarios de la región centro occidental de Venezuela, pertenecientes a las etnias caquetíos, jirajaras, gayones y ayamanes, y los pobladores de la península de Yucatán, lo que pudo generar el intercambio de saberes en torno al uso del agave, una planta común en suelo mexicano.
“Para mí fue una indagación creativa entender esa relación desigual que tenemos los humanos con las plantas, a las que no respetamos”.
—¿Sientes que la sociedad venezolana está reivindicando el cocuy?
— Sí, de hecho hay una relación histórica en casi todo el país, solo que se borraron como cien años de memoria, en torno al aprovechamiento del agave para alimentarse y para elaborar productos tejidos, porque la cultura cocuyera no es solamente etílica, se vuelve así con la llegada de los españoles y la destilación árabe. A partir de allí se potencia ese alcohol que antes se usaba en versiones más fermentadas y ceremoniales.
En total, la película ha ganado seis premios y tres menciones especiales, y ya comenzó la rueda de festivales internacionales donde tienen puestas grandes esperanzas, sobre todo en México que es un mercado natural a partir de la fama mundial cosechada por sus bebidas producto del agave, como el tequila y el mezcal.
El maravilloso agave cocui contó con un equipo de producción muy pequeño, encabezado por el propio Puche en la investigación, dirección y la cámara, con apoyo de Johana Cadena, Anever Rivero en la fotografía, Diego Zurita en el drone, Javier Marín y Luisana Pérez en la musicalización y Sergio Marcano en el montaje y guion.
A la sombra
Aunque en 1954 fue prohibido, lo que trajo como consecuencia la persecución y criminalización de los pequeños productores y artesanos que destilaban el alcohol, nunca dejó de elaborarse, siempre a mínima escala y en la penumbra, debido a que en muchos casos representaba el sustento familiar. Reapareció como una revelación masiva y salvadora en medio de los vaivenes de la economía venezolana a raíz del bloqueo. Mucha bebida ha corrido desde entonces, incluyendo mezclas que nada tenían que ver con el cocuy, aunque se vendieron como tal, hasta hoy.