La cultura de la muerte

La cultura de la muerte

Los valores intrínsecos a la concepción económica e ideológica neoliberal estructuran las relaciones sociales en el contexto de la racionalidad instrumental. “El fin justifica los medios”, según las pautas del éxito económico.

El fundamento pedagógico que ordena los valores del liberalismo radical conforma el currículo por competencia. Por ende, los verbos que accionan a los objetivos específicos pertenecen a la matriz empírico-analítica.

Es decir, la acumulación de capital financiero y sus inversiones en detrimento del trabajo digno y del buen vivir requieren de actores sociales consumistas, individualistas, hedonistas y sin criterio ético-moral. Ganar dinero, bajo cualquier circunstancia, sin importar el otro como semejante, trata de lo más sofisticado que sostiene al capitalismo “sin rostro humano”.

La racionalidad anglocéntrica cimenta y legitima la acción social libertaria en detrimento del Estado nacional, la soberanía y la justicia social. En consecuencia, la guerra multifactorial y la economía subterránea son sus principales pilares. En Occidente encontramos mandatarios nacionales “narcisistas y perversos” por su falta de empatía con el clamor del pueblo que padece los rigores del FMI.

El comité noruego del Nobel no escapa a ese precepto del nuevo liberalismo al otorgar el Premio Nobel de la Paz a María Corina Machado. ¿Por qué no se le concede el Nobel a la poetisa palestina Alaa Al Qatrawi o la recién fallecida Vera Jarach? ¿Por qué a la representante más radical de la ultraderecha que clama la invasión y destrucción de su propio país?

Por supuesto, para el mentado comité la democracia se mide según los estándares del FMI y el BM. No les importa que en Suecia proliferan bandas juveniles inéditas o la cuasimilitancia de las jóvenes europeas y estadounidenses en el mercado Onlyfans, pudriendo al resto del orbe.

Machado, Noboa, Jerí, Boluarte, Añez, y otros, son los nuevos prototipos de la “cultura de la muerte” originado por el hegemón estadounidense. La falta de solidaridad trata de su distintivo, les da lo mismo negociar con gánsteres o besarle la mano al papa León XIV.
El rockero-presidente Milei, con su chaqueta de cuero negro y su corbata formal, al son de su “motosierra”, se divierte ante la crisis económico-social más cruenta que viven sus conciudadanos.

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