Las nueve lecciones de Juan Roig a los empresarios: “El tamaño es lo que menos importa” | Empresas

Cinco Días

Desde la pista del recién inaugurado pabellón que lleva su apellido, en el que ha invertido más de 300 millones de euros, Juan Roig compartió este miércoles las claves que marcan su gestión en Mercadona y, en general, su visión del mundo empresarial.

Anfitrión del congreso de gran consumo Aecoc en el Roig Arena de Valencia, el presidente de la compañía de supermercados arengó a los presentes, unos 1.500 empresarios y representantes corporativos, para que “salgan del armario”, es decir, que presuman de serlo y no les dé vergüenza decir que generan beneficios.

La misión del empresario: el ejemplo Chupa Chups

Para Roig, la misión del empresario es “encontrar cómo satisfacer una necesidad de forma distinta”. A su juicio, los empresarios deben ser capaces de ver cosas donde otros no las ven, y tomar riesgos. Puso de ejemplo el del Chupa Chups, y la idea de su creador, Enric Bernat, de añadir un palo a un caramelo y hacer más cómodo su consumo. “Cuando aciertas y tienes éxito te dicen que eres un crack, pero antes te dicen que eres un loco. Es la diferencia entre ver cosas distintas o no”, expuso Roig. Y si el papel del empresario es ese, el de la empresa, además de “maximizar beneficios”, debe ser “satisfacer a todos los que forman parte de ella”. En el caso de Mercadona, cliente, trabajador, proveedor, sociedad y capital, “en este orden”.

Ir a contracorriente

Además de tener visión, el empresario que concibe Roig debe ir a contracorriente. “Esto es Mercadona. Y a veces nos pegamos tortazos. Pero otras, acertamos”. Ese ir a contracorriente lo representó gráficamente en la pantalla del escenario: Mercadona como un pez azul que se dirige en la dirección contraria a la de un banco de peces naranjas. “Yo respeto a todo el mundo que tenga una visión distinta de las cosas, y cada uno defendemos lo que vemos. Lo difícil es defender aquello que no ves”.

Primero, el calcetín

Roig tiene claro el orden de prioridades al gestionar Mercadona: el jefe, como llama al cliente; trabajador, proveedor, sociedad y capital. El orden es inamovible, al menos en su caso. “¿Qué es más importante, el calcetín o el zapato? No sé qué es más importante, pero sí sé que, secuencialmente, o te pones primero el calcetín, o no te puedes poner el zapato». El calcetín, siguiendo la metáfora, es el cliente de Mercadona, sobre el que parte cada toma de decisiones. “Otros pensarán que lo más importante es el trabajador, o el capital, Cada uno hace el tipo de empresa que quiere. A nosotros nos está yendo muy bien”.

Llenar la barriga del jefe

El empresario profundizó sobre el papel de los clientes y la forma de tenerlos satisfechos. Para Roig, son estos los que tienen “el poder sobre la vida o la muerte de una empresa. Es nuestro faro”. Y Mercadona interpreta qué quieren estos de ella. “Básicamente, es llenarle la tripa. Y cómo lo quieren: con seguridad alimentaria, calidad, servicio, surtido y un presupuesto ajustado”. A partir de ahí, entra la configuración del surtido. “Para nosotros consiste en cubrir las necesidades, no en tener todos los productos que hay en el mercado. Si hiciésemos eso, de aceite de oliva solo tendríamos 100.000 productos distintos”.

El trabajador: corazón y cerebro

Para Roig, el empleado tiene que estar “satisfecho y comprometido”. Este dijo estar “muy orgulloso” de sus 120.000 trabajadores. “Un trabajador es corazón y cerebro. Las manos las puedes comprar con dinero. El corazón y el cerebro también, pero necesitas que se sienta bien tratado como ser humano. Y eso se consigue dando al trabajador lo que necesita, no lo que quiera”.

Si no ganas dinero, no le vendas a Mercadona

Mercadona cuenta con más de 2.000 empresas interproveedoras, que le surten de los productos que después vende a través de sus marcas propias, como Hacendado o Deliplus. “Para nosotros es imprescindible reconocer al proveedor como vital, que sus esfuerzos sean rentables y todos tengan beneficios”, dijo Roig. Este aseguró que todos ganan dinero. Si no ocurriese, sería “porque no pagamos bien, o porque no sabe hacer el producto o no ha hecho bien los números. O porque el precio de venta es demasiado bajo. Si no le ganas dinero, no vendas a Mercadona”.

El tamaño no importa

Para Roig, la única diferencia entre las empresas de distribución son los ceros. “El tamaño es lo que menos importa”, aseguró. “Todos tenemos proveedores, clientes… Somos del mismo gremio, y nos estamos jugando algo que nadie nos garantiza: que entren clientes en la tienda”.

Ahí volvió a insistir en el carácter diferencial que debe tener el empresario. “Si quieres la seguridad de que cada día vas a tener los mismos clientes, en la empresa no puedes estar. Si te gusta el riesgo, hasta cierto punto, sí puedes ser empresario”.

Orgullo de generar beneficios y pagar impuestos

“Cuando me presento a un empresario, no tienen problema en decirme su nombre, pero si le pregunto cuánto dinero gana, no me lo quiere decir. ¿Te da vergüenza?“. Así introdujo Roig uno de sus mensajes principales para los presentes: que tener beneficios ”es indispensable, bueno y satisfactorio». El empresario citó el libro Capitalismo consciente, de John Mackey y Rajendra Sisodia, para sintetizar su idea: “Tenemos que ganar dinero, porque solo así podemos subir el sueldo al trabajador, o pagar bien al proveedor. Pero si el único propósito es ganar dinero, no es saludable”.

El dividendo calma al capital

La última de las lecciones de Roig es cómo tener tranquilo y satisfecho al capital, es decir, a los accionistas de la empresa. Y eso solo pasa por el reparto de dividendos. Es como con el trabajador, si le pagas un buen sueldo, o al proveedor. Roig citó a Ignacio Rivera, presidente de Hijos de Rivera, dueña de Estrella Galicia, que recientemente apeló a “San Dividendo” para calmar las aguas en la empresa familiar. “El dividendo es lo que más calma al capital”, cerró Roig.

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