
La consolidación sistemática de los boletines de indicadores clave de desempeño en ciencia, tecnología e innovación, acompañada de un ambicioso cuadro de mando integral (con tres docenas de indicadores de primer orden y otras 600 de segundo orden), disponible en el Observatorio Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación (Oncti), simboliza un cambio de época en la arquitectura de las políticas públicas venezolanas. Por primera vez, el país dispone de un sistema robusto, verificable y transparente que organiza, integra y proyecta la econometría del cambio tecnológico como fundamento de la planificación estatal. La institucionalización de los procesos de medición de las actividades de investigación y desarrollo (I+D) transforma la intuición en evidencia, el deseo en estrategia y la vocación en política efectiva. Este logro sitúa a Venezuela dentro de la tradición de aquellos países que lograron convertir la estadística científica en un motor de desarrollo integral.
La importancia histórica de estos contenidos radica en que permiten comprender la dinámica real del talento humano, la producción detallada, los flujos de inversión, la capacidad instalada, la especialización territorial, la madurez institucional y las trayectorias tecnológicas emergentes. Estas mediciones forman parte del acervo de los países que han logrado un salto cualitativo en su inserción global. China, por ejemplo, edificó su ascenso gracias a sistemas oficiales de indicadores que sustentan las decisiones gubernamentales en ciclos anuales, como el China Science and Technology Statistical Yearbook (Anuario estadístico de ciencia y tecnología de China), disponible para el público en general. Del mismo modo, Vietnam ha consolidado su transformación económica integrando estadísticas de I+D en cada programa quinquenal de su Plan de Desarrollo Socioeconómico, donde se establece que «los indicadores científicos y tecnológicos se recopilarán de forma sistemática y se integrarán en los planes anuales y quinquenales para orientar las inversiones, supervisar los avances y evaluar la capacidad nacional de innovación». Venezuela participa ahora en esa misma lógica: la del desarrollo orientado por la evidencia.
En nuestro país, estos avances se muestran con herramientas que permiten planificar con precisión, orientar la inversión pública, estimular la participación de todos los sectores, profundizar en la cooperación internacional, fortalecer la innovación social, priorizar áreas estratégicas y evaluar el impacto real de cada política. Lo que antes parecía una aspiración lejana se convierte así en un objetivo medible que impulsa el bien común desde una comprensión rigurosa de la realidad científica del país. El hecho de poder acceder públicamente a un cuadro de mando integral con indicadores detallados y metodologías estandarizadas fortalece la democracia del conocimiento y crea las condiciones necesarias para que la toma de decisiones se realice de manera informada a nivel nacional, regional y municipal.
Una vez más, hacemos de la búsqueda del bien común en una política posible, tangible y medible, plenamente acorde con las aspiraciones de un país que entiende que el futuro depende de la inteligencia colectiva y de su capacidad para transformarla en decisiones acertadas.
@betancourt_phd
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