Plagio en El Paraíso – Últimas Noticias

¿Le creerán a Elon Musk?

Plagios notables ha habido en la historia. Por citar algunos de ellos, cuando Thomas Alva Edison no lograba hacer funcionar su generador de corriente continua, contrató al genial serbio Nickola Tesla, a quien le ofreció 500 dólares si lo hacía funcionar. Luego de tres meses de trabajo, Tesla logró hacerlo, pero cuando le reclamó el pago a Edison, este le dijo: “Tesla, usted no entiende el sentido de humor norteamericano”. Poco tiempo después, resultó más elaborada la chispa eslava, pues Tesla mejoró con creces el generador de corriente alterna, haciéndolo más fácil y es el que hoy seguimos usando.

El mismo rumbo sucede en las artes plásticas. Aún más, plagios que afectan a colectivos como el de las indígenas tejedoras de Aguacatenango, Chiapas, México, cuyos diseños fueron descaradamente calcados por la empresa española Zara, lo que ha generado un debate sobre la explotación comercial de las grandes firmas de la moda en detrimento de los creadores originarios de un patrimonio moral del cual las nativas son genuinas propietarias.

Cuando el 23 de mayo de 1905 se inauguraba la plaza de la República en El Paraíso, al sur de Caracas, y se desveló una escultura ecuestre del general José Antonio Páez. Al pie de la misma, se indicaba que era obra de Eloy Palacios, el mismo del monumento a la Batalla de Carabobo, llamado La India por los caraqueños.

En realidad, la efigie del centauro llanero es de Andrés Pérez Mujica, inspirado en el cuadro que Arturo Michelena pintó en 1890. Michelena tuvo entre sus alumnos al aventajado escultor valenciano Pérez Mujica, quien debió conocer el diseño original de su maestro, puesto que la esposa de aquel, Lastenia Tello, lo conservaba cuidadosamente enmarcado en el salón principal de la casa-taller de La Pastora.

La sorpresa fue cuando inaugurada la escultura en Caracas apareció la firma de Palacios, en vez de la de Pérez Mujica, quien vehemente lo protestó desde los inicios. Pasaron más de seis décadas y ante la insistencia justa de su viuda, Tatiana Ciedlowky de Pérez Mujica, mediante carta fechada el 11 de mayo de 1961 al cronista de la ciudad, Enrique Bernardo Núñez, el Concejo Municipal del Distrito Federal acordó rectificar dicho error en 1964. A partir de esa data, aparece como auténtico autor de la obra Andrés Pérez Mujica.

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